Tengo ya una edad importante (marzo '67), y por tanto debería llevar un montón de años con los pinceles en la mano, pero no ha sido así. Influenciado por mi padre, aún sin su influencia, comencé a pintar muy jovencito. Lápiz, carboncillo, ceras, temperas y ... acuarela. Muchísimo tiempo viendo como pintaba acuarela mi padre, como mezclaba los colores con el agua, en los pozillos y ver como el papel absorbía el agua. Lógicamente ya estaba perdido, tenía que probarlo.
Empecé a manchar hojas, a comprar libros de acuarelas donde explicaban desde el inicio como llegar a pintar una acuarela. Que ¿por qué no me enseñó mi padre?. Primero que si lo hizo, porque solo de verle pintar se aprende y segundo, porque nunca he sido buen alumno (después comprobé que tampoco soy buen profesor).
Pintaba mucho, y lógicamente iba mejorando (ya sabéis, 80% de transpiración y 20% de inspiración). Llegué a vender unos cuantos cuadros, lo que me ayudaba a pagarme mis salidas y mis caprichos (no se me ocurrió comprar pinceles buenos, no ...).
Llegó la carrera y seguí pintando (menos cantidad pero más calidad). Me presenté a un concurso de pintura y ni siquiera pasé el corte. Un paisaje de una casa vieja en acuarela no puede competir con un ratón Micky sobre una tabla de planchar (palabra) de un pintor profesional. Primer y último concurso.
Terminé la carrera, me casé y comencé a viajar, a desarrollar las mil aficiones que tenía y dejé de pintar. Cada vez menos, por lo que cada vez tenía menos mano (ni siquiera dibujaba) y por tanto cada vez me desilusionaba más y pintaba menos. Un círculo vicioso. En el 2013 volví a pintar y hasta ahora. Cada vez disfruto más, doy clases y parece que le gusta a la gente y seguimos avanzando ...